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Descubre cómo la gestión digital, el GPS y la telemetría optimizan las flotas de motocicletas, reducen costos por TAG y previenen accidentes con soluciones tecnológicas.

En los últimos años, el panorama del transporte urbano en Chile ha experimentado un cambio significativo. Las motocicletas —vehículos económicos, ágiles y especialmente adaptados al entramado urbano complejo de ciudades como Santiago, Valparaíso o Concepción— han ganado terreno con fuerza. Este crecimiento, sin embargo, ha venido acompañado de una serie de desafíos que impactan directamente en la seguridad vial, en los costos operativos de flotas y en la gestión de vehículos en contextos profesionales.

Según datos recientes, las rutas urbanas concentran una parte muy alta de los siniestros de tránsito: en 2022, un 74 % de los accidentes del país ocurrieron en vías urbanas. Respecto de las motocicletas específicamente, el reporte de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (CONASET) revela que en 2023 murieron 231 personas que conducían motocicletas, frente a 112 en 2013, lo que representa un aumento del 106,3 % en la última década. Esta tendencia se combina con un incremento de la participación de estas máquinas en siniestros graves: los accidentes graves protagonizados por motos pasaron de 1312 en 2013 a 1759 en 2023. Además, se estimó que en los primeros meses de 2024 se ocurrían aproximadamente 23 accidentes de motocicletas al día en Chile. Esto implica que, si bien la moto puede presentar ventajas logísticas (movilidad, menor consumo, menor costo de adquisición), también entraña un nivel de exposición al riesgo que merece atención especializada.

Un análisis de las causas de los siniestros con motocicletas muestra una combinación de factores que se repiten: velocidad excesiva, conducción no atenta a las condiciones del tránsito, adelantamientos indebidos, virajes sin la distancia suficiente, o no respetar señales de semáforo o de paso. Otro factor a resaltar es que la probabilidad de muerte por kilómetro recorrido en motocicleta es mucho mayor que en automóvil: una estimación para Chile señalaba que la probabilidad de muerte puede ser hasta 37 veces más alta para usuarios de moto que para conductores de auto.

Además, un reporte reciente indica que el crecimiento del parque de motos —que se ha elevado a un ritmo acelerado— implica mayor demanda de rutas, mayor exposición del conductor, y en gran medida, menor protección comparada con vehículos de cuatro ruedas. Estos datos configuran un escenario de mayor vulnerabilidad que demanda intervención tanto preventiva como de gestión operativa.

Cuando una empresa decide operar con motocicletas —ya sea para reparto, supervisión o servicios urbanos— debe considerar que a mayor volumen de desplazamientos, mayor probabilidad de incidentes, multas o paradas imprevistas. Por ejemplo, las multas por infracciones de tránsito, los costos de TAG o peaje (en el caso de rutas interurbanas o autopistas de acceso), y principalmente el costo asociado a accidentes —tiempos de inactividad, reparación, seguro, lesiones de conductor— incrementan la carga operativa.

Un siniestro de motocicleta no solo implica un costo directo, sino también riesgo reputacional, riesgo regulatorio (especialmente en el caso de vehículos destinados a reparto o uso profesional) y desafíos en la gestión de seguros. En un contexto urbano como Santiago, donde el tráfico es denso, los giros, cambios de carril, motos que circulan entre vehículos, envían una alerta: la gestión eficiente de flotas de dos ruedas debe contemplar no sólo el vehículo, sino su entorno operativo, comportamiento del conductor y uso real de las rutas.

Dado este escenario, contar con visibilidad en tiempo real de cada unidad, velocidad, ubicación, rutas realizadas, y uso de autopistas o TAG innecesario, se vuelve crítico. Controlar estos elementos permite a las empresas anticiparse a infracciones, al desgaste prematuro o a decisiones de ruta que generen costos inesperados. Además, el monitoreo continuo permite reconocer patrones de conducción de riesgo —por ejemplo, behavioralties de alto consumo de velocidad, frenadas bruscas, cambios de carril atrevidos— que en motocicletas pueden traducirse en consecuencias más severas que en otros vehículos.
Un enfoque profesional para flotas de motos aprovecha la telemetría, análisis de datos históricos y la combinación de alertas proactivas para reducir la probabilidad de accidente, la frecuencia de multas y el coste total de operación. Cuanto mayor sea la exposición (cantidad de motos operando, horas de uso, rutas urbanas o periurbanas) mayor es la urgencia de adoptar soluciones especializadas.

El crecimiento de las motocicletas en Chile —y en especial su incorporación en servicios urbanos y logísticos— plantea tanto oportunidades operativas como riesgos concretos. Las empresas que operan con flotas de motos deben asumir que el entorno de dos ruedas es inherentemente más vulnerable, que los factores de riesgo están presentes de modo frecuente, y que los costos de no controlar estos factores pueden sobrepasar ampliamente los ahorros esperados por menor coste de adquisición o menor consumo. Este panorama, que se observa tanto en la evidencia cuantitativa nacional como en la evolución de siniestros, exige un abordaje de gestión de flotas que sea proactivo, estratégico y basado en datos. En la siguiente sección profundizaremos en cómo la tecnología de monitoreo y gestión inteligente puede marcar la diferencia para flotas de motocicletas, permitiendo convertir desafío en ventaja competitiva.

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Tecnología GPS y APIs inteligentes para flotas de motos en Chile

El aumento explosivo de motocicletas en el país ha transformado la forma en que las empresas entienden la movilidad urbana. Lo que antes era un complemento dentro de la operación logística, hoy se ha convertido en un pilar estratégico para el reparto, la supervisión y la atención en terreno. Sin embargo, con ese crecimiento también llegó la necesidad de profesionalizar la gestión de las flotas motorizadas. En Chile, los accidentes viales, el alza sostenida de las infracciones y los altos costos asociados al TAG y a las multas municipales evidencian que la administración manual de motocicletas ya no es suficiente. La tecnología, especialmente los sistemas GPS, la telemetría y las API de datos integradas, están cambiando de raíz la manera de operar de las empresas que dependen de motos todos los días.

Hasta hace algunos años, el seguimiento de motocicletas en empresas de reparto o servicios se limitaba a saber si un conductor había llegado o no a destino. Hoy, la tecnología ha evolucionado hacia soluciones que permiten medir cada variable relevante para la eficiencia y seguridad: velocidad, frenadas bruscas, aceleraciones, giros riesgosos, rutas más congestionadas o desvíos no autorizados. Gracias a los sistemas de posicionamiento satelital (GPS) combinados con la telemetría, las empresas pueden visualizar en tiempo real la ubicación y el comportamiento de cada moto, cruzando esa información con indicadores de productividad o mantenimiento.

En Chile, este tipo de control se ha vuelto particularmente relevante para los sectores que dependen del movimiento urbano, como las empresas de delivery, mensajería, supervisión técnica y servicios en terreno. Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) muestran que la flota de motocicletas ha crecido más de un 150 % en la última década, lo que se traduce en una mayor presión sobre la infraestructura vial y en la necesidad de mejorar los mecanismos de gestión operativa. En ese contexto, el seguimiento en tiempo real y la automatización de procesos se vuelven herramientas clave no solo para prevenir incidentes, sino también para disminuir costos administrativos y operativos.

El rol de las API en la gestión moderna

El siguiente salto tecnológico lo aportan las API de integración, que permiten conectar en un solo sistema la información de tránsito, TAG, multas, comportamiento vial y mantenimiento de cada vehículo. En términos prácticos, esto significa que las empresas pueden conocer desde una sola plataforma cuándo y dónde una moto pasó por un pórtico, si acumuló infracciones o si su estilo de conducción está generando riesgos o gastos adicionales.

En Chile, donde los pórticos de autopistas urbanas se han convertido en una fuente significativa de costos para las flotas profesionales, esta conectividad es fundamental. Las API para control de TAG y peajes permiten identificar los usos innecesarios de autopistas de pago, optimizar rutas alternativas y evitar cobros indebidos. Por otro lado, las API de multas municipales y de convivencia vial entregan visibilidad temprana sobre infracciones, lo que evita que las empresas descubran las multas recién al momento de renovar el permiso de circulación o realizar trámites administrativos.
Esta integración tecnológica no solo facilita la trazabilidad de cada vehículo, sino que también promueve una cultura de responsabilidad vial basada en datos objetivos. Saber qué conductor está excediendo los límites de velocidad o en qué zona se repiten las infracciones permite tomar decisiones correctivas inmediatas, como capacitaciones, ajustes de rutas o alertas automáticas.

La telemetría, que combina sensores, algoritmos y transmisión de datos, ha dejado de ser exclusiva de camiones o flotas pesadas. Hoy, los dispositivos de tamaño reducido permiten aplicarla también en motocicletas sin alterar su estructura ni interferir en la conducción. Esta tecnología recopila variables críticas como el consumo de combustible, la temperatura del motor, las revoluciones o los patrones de aceleración. Al analizarlas de forma continua, las empresas pueden establecer programas de mantenimiento predictivo y detectar fallas antes de que se transformen en un costo mayor.

En ciudades como Santiago o Valparaíso, donde los vehículos de reparto circulan largas horas en condiciones de tráfico denso, el mantenimiento preventivo se vuelve determinante para evitar paradas inesperadas. Los sistemas de telemetría permiten recibir alertas cuando una moto presenta sobrecalentamiento, requiere cambio de aceite o registra un uso anómalo de frenos. Esto reduce las fallas en terreno, mejora la disponibilidad de la flota y extiende la vida útil de los equipos.

Además, la telemetría contribuye directamente a la seguridad vial. Las alertas por exceso de velocidad o conducción agresiva permiten intervenir a tiempo antes de que ocurra un accidente. En un país donde más de 200 motociclistas pierden la vida al año —según cifras de CONASET—, la prevención tecnológica deja de ser un lujo y se convierte en una necesidad operativa y ética. No se trata solo de reducir costos, sino de salvar vidas y construir entornos de movilidad más seguros.

Adoptar tecnologías GPS y API integradas genera un retorno tangible en múltiples dimensiones. En primer lugar, las empresas logran reducir los costos por TAG y peajes al identificar malos usos y planificar rutas más eficientes. En segundo lugar, disminuyen las multas y sanciones mediante un control anticipado de infracciones y una conducción más regulada. En tercer lugar, mejoran la productividad general, porque los tiempos de entrega y los trayectos se optimizan gracias a los datos en tiempo real.

A nivel estratégico, la digitalización del control vehicular permite tomar decisiones basadas en evidencia: comparar el desempeño entre distintos equipos, medir la eficiencia de las rutas o proyectar gastos anuales de mantenimiento con precisión. Para empresas que operan en zonas urbanas de alta rotación —como Santiago Centro, La Florida o Maipú—, estos indicadores representan una ventaja competitiva real. Saber cuándo y cómo se está usando cada moto es la clave para escalar el negocio sin multiplicar los costos.

La incorporación de tecnología GPS, telemetría y APIs inteligentes está redefiniendo el modo en que Chile gestiona sus flotas de motocicletas. Lo que antes era una operación fragmentada, hoy puede convertirse en un ecosistema integrado de control, eficiencia y seguridad. Las empresas que comprendan el valor de la información en tiempo real estarán mejor preparadas para enfrentar un entorno urbano cada vez más exigente, donde los riesgos de accidente, las multas y los costos logísticos ya no pueden gestionarse de forma aislada.

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Motos de reparto, motoboys y la nueva era del control digital en Chile

En las últimas décadas, la moto dejó de ser un medio de transporte individual para convertirse en un eje central de la economía urbana. El auge de las plataformas de delivery, el comercio electrónico y los servicios bajo demanda impulsaron una expansión sin precedentes de motocicletas destinadas al reparto. Hoy, miles de motoboys circulan diariamente por las calles chilenas, desde Santiago hasta ciudades medianas como Temuco, Valdivia o Antofagasta. Este fenómeno, aunque representa dinamismo económico y rapidez en la entrega, también ha generado nuevos retos en materia de seguridad vial, regulación, trazabilidad y eficiencia operativa. La digitalización, especialmente a través del control GPS y las herramientas de gestión inteligente, está emergiendo como la solución más efectiva para enfrentar estos desafíos.

La pandemia aceleró un proceso que ya venía gestándose: la transformación del consumo hacia lo inmediato. Restaurantes, supermercados y tiendas minoristas adoptaron el reparto a domicilio como canal de supervivencia y expansión. Según la Cámara Nacional de Comercio, en 2023 el comercio electrónico representó cerca del 12 % de las ventas minoristas totales, con un crecimiento anual sostenido superior al 20 %. Este cambio estructural trajo consigo una expansión directa del número de motocicletas en las calles, especialmente en Santiago, donde se calcula que más del 60 % de los repartos de última milla se realiza sobre dos ruedas.

Este volumen de motos circulando diariamente tiene implicancias profundas. Por un lado, permite que las empresas entreguen productos en tiempos cada vez más competitivos; por otro, aumenta la exposición al riesgo y genera mayor presión sobre la infraestructura vial. Las motocicletas de reparto tienden a operar en horarios de alta congestión, en zonas donde abundan los cruces, semáforos y maniobras imprevistas. Además, el modelo de remuneración por pedido, muy extendido en las aplicaciones de delivery, empuja a muchos conductores a priorizar la rapidez sobre la seguridad, incrementando la probabilidad de accidentes y multas.

Una de las principales dificultades para las empresas que operan con flotas de motos es la falta de trazabilidad y control operativo. Sin sistemas tecnológicos de monitoreo, resulta imposible saber en tiempo real cuántos repartidores están activos, en qué zonas operan, qué rutas utilizan o cuánto tiempo dedican a cada entrega. Esta ausencia de datos repercute directamente en los costos: más consumo de combustible, retrasos, exceso de kilometraje, multas no detectadas y desgaste prematuro de las unidades.

En el caso de los motoboys independientes o subcontratados, la falta de visibilidad se multiplica. Muchas empresas tercerizan el reparto sin un control real del comportamiento vial o de la eficiencia de los desplazamientos, asumiendo riesgos legales y económicos significativos. Por ejemplo, un solo accidente con lesiones graves puede implicar no solo la pérdida de la moto y la detención del servicio, sino también responsabilidades civiles si el conductor estaba operando en condiciones inadecuadas o sin las medidas de seguridad requeridas.

En este escenario, la incorporación de tecnología GPS y sistemas de gestión digital representa un cambio radical. Gracias a los dispositivos de rastreo, las empresas pueden conocer en tiempo real la ubicación de cada motocicleta, controlar los tiempos de entrega, supervisar las rutas y detectar patrones de conducción de riesgo. A esto se suman las plataformas de análisis de datos y telemetría, que procesan información sobre la velocidad, las frenadas, los desvíos y las paradas no autorizadas, entregando una radiografía completa del rendimiento operativo.

En Chile, donde el costo del TAG y las infracciones municipales pueden convertirse en un gasto significativo para las empresas de delivery, los sistemas con API de TAG y multas han demostrado ser un factor decisivo. Estas herramientas permiten identificar cuándo una moto utiliza autopistas de pago innecesarias o si ha incurrido en infracciones de tránsito, optimizando la planificación de rutas y evitando sanciones acumuladas. En muchos casos, las flotas logran reducir hasta un 40 % los gastos derivados del mal uso de autopistas, exceso de velocidad o comportamiento vial riesgoso.

El control digital no solo mejora la eficiencia: también salva vidas. En 2024, la CONASET advirtió que los motociclistas representan más del 14 % de las víctimas fatales en accidentes de tránsito a nivel nacional. Esta cifra, sumada a la tendencia creciente de siniestros en zonas urbanas, refleja una realidad preocupante: el sistema de delivery moderno depende de un grupo altamente expuesto y con poca protección. Implementar alertas en tiempo real, límites automáticos de velocidad y reportes de comportamiento no solo reduce los accidentes, sino que además profesionaliza el trabajo de los repartidores.

En este sentido, algunas empresas chilenas ya han comenzado a incorporar protocolos de seguridad digital, donde los conductores reciben notificaciones automáticas si exceden la velocidad o entran a zonas de alto riesgo. Otras utilizan algoritmos que detectan conducción irregular —como aceleraciones bruscas o giros inseguros— para intervenir antes de que ocurra un incidente. Este enfoque preventivo no solo protege al conductor, sino que mejora la percepción pública de las marcas, que hoy son juzgadas no solo por la rapidez del servicio, sino también por su compromiso con la seguridad y el bienestar de sus trabajadores.

Más allá del ámbito corporativo, la incorporación de tecnología en el reparto tiene un impacto social relevante. Para muchos chilenos, la moto de reparto no es un vehículo de trabajo temporal, sino una fuente estable de ingresos. En regiones del norte y sur del país, donde las oportunidades laborales pueden ser limitadas, el delivery se ha convertido en una alternativa real de sustento. Dotar a estos trabajadores de herramientas tecnológicas que los protejan, mejoren su eficiencia y les den visibilidad dentro de un sistema formalizado contribuye a dignificar su oficio y fortalecer la cadena de valor del transporte urbano.

Asimismo, las plataformas integradas de control de flotas permiten generar indicadores de desempeño que ayudan a los repartidores a mejorar su productividad, recibir bonificaciones y acceder a seguros con mejores condiciones, gracias a la evidencia de conducción responsable. Este cambio cultural hacia la movilidad inteligente no solo optimiza los negocios, sino que también promueve una forma más ética, segura y sostenible de operar sobre dos ruedas.

La revolución tecnológica en el mundo de las motocicletas de reparto está marcando un antes y un después en Chile. Las empresas que integran soluciones de control inteligente no solo reducen costos y tiempos de entrega, sino que también se posicionan como líderes en responsabilidad y seguridad. Los motoboys y repartidores, por su parte, dejan de ser un eslabón invisible para convertirse en actores centrales de una nueva economía urbana, donde la información, la trazabilidad y la tecnología son las llaves del futuro.

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De la supervisión manual a la gestión inteligente de flotas

Durante años, muchas empresas en Chile administraron sus flotas de motocicletas desde una lógica reactiva: solo actuaban cuando ocurría un accidente, cuando llegaba una multa o cuando el vehículo ya estaba detenido por una falla mecánica. En ese modelo, el control era manual, basado en planillas, llamadas o reportes de conductores. Pero la movilidad moderna exige otra forma de gestión: una que combine tecnología, datos y trazabilidad en tiempo real para anticiparse a los problemas antes de que se transformen en pérdidas. Esa es la diferencia entre simplemente supervisar y realmente gestionar una flota.

En la actualidad, las empresas que dependen del movimiento diario de motocicletas —ya sean de reparto, logística, supervisión o atención técnica— enfrentan tres presiones simultáneas: la necesidad de entregar rápido, la obligación de operar con seguridad y la urgencia de reducir costos. Lograr ese equilibrio solo es posible mediante la digitalización.
El paso desde un sistema manual hacia uno automatizado no se trata de reemplazar personas por tecnología, sino de redefinir la forma en que se toman las decisiones. Cuando la información está centralizada y actualizada en tiempo real, cada acción deja de ser intuitiva y se vuelve estratégica. Las decisiones sobre rutas, mantenimiento, o incluso sobre la rotación de los conductores, pueden basarse en datos concretos: kilometraje recorrido, niveles de consumo, historial de incidentes y patrones de uso de autopistas.

En Chile, esta evolución tecnológica ya es visible en múltiples sectores. Empresas de transporte urbano, delivery, courier y servicios técnicos han comenzado a integrar sistemas de monitoreo satelital, telemetría avanzada y análisis predictivo. Gracias a ello, pueden identificar qué motocicletas están en riesgo de avería, qué zonas presentan mayor incidencia de infracciones y dónde se están generando costos innecesarios. La automatización, además, ha permitido que las flotas pequeñas —de menos de 20 unidades— alcancen niveles de control similares a los de grandes operadores, democratizando el acceso a la gestión inteligente.

El verdadero valor de la gestión inteligente no radica solo en el GPS o en los sensores de las motos, sino en la integración de información. Un sistema que combina ubicación, velocidad, comportamiento del conductor, control de TAG y seguimiento de multas permite visualizar toda la operación desde una sola interfaz.
Esto no solo simplifica la supervisión, sino que transforma la forma de planificar la operación. Por ejemplo, una empresa puede detectar que ciertos repartidores usan autopistas con peaje de manera innecesaria y rediseñar sus rutas para reducir gastos. O puede notar que un grupo de motos acumula infracciones en una misma comuna, identificando patrones de comportamiento que deben corregirse con capacitación.
Además, los sistemas con alertas automatizadas notifican de inmediato si un conductor excede los límites de velocidad, realiza maniobras riesgosas o entra en zonas no autorizadas. Así, las empresas pueden actuar antes de que ocurra un accidente o una sanción. Este tipo de control proactivo reduce considerablemente los incidentes y fomenta una cultura de responsabilidad en los equipos de trabajo.

En este nuevo escenario, Smart Report se posiciona como una de las empresas pioneras en Chile en la transformación digital del control vehicular. Su plataforma integra monitoreo GPS, control de cobros TAG, gestión de multas y telemetría avanzada, todo en un sistema centralizado que entrega información precisa y trazable.
A diferencia de las soluciones genéricas disponibles en el mercado, Smart Report ofrece herramientas desarrolladas para responder a la realidad local: flotas urbanas, motocicletas de reparto, transporte interurbano y operaciones en sectores con alto flujo de autopistas. Esta especialización ha permitido a numerosas empresas chilenas reducir hasta un 40 % de sus costos operativos, principalmente por optimización de rutas, prevención de infracciones y control del uso indebido de autopistas.

Además, la plataforma incluye API inteligentes que conectan directamente con bases oficiales para obtener información actualizada sobre TAG, multas y antecedentes vehiculares. Esta conexión inmediata evita que las empresas descubran infracciones meses después o enfrenten sanciones acumuladas que afecten su flujo operativo. En el caso de las motocicletas de reparto, donde los márgenes por entrega pueden ser estrechos, esta visibilidad se traduce en un ahorro tangible y constante.

Smart Report no solo entrega datos, sino también análisis. La interpretación de la información recolectada permite identificar patrones de conducción, planificar mantenimientos preventivos y generar indicadores de desempeño personalizados. En consecuencia, las empresas pueden tomar decisiones basadas en evidencia, reducir riesgos laborales y mejorar la rentabilidad de cada unidad motorizada.

Si bien la reducción de gastos es uno de los principales incentivos para implementar sistemas de control inteligente, el impacto más profundo de esta transformación está en la seguridad vial y la sostenibilidad.
Las motocicletas son vehículos de alta exposición y baja tolerancia al error; por lo tanto, cada mejora en su monitoreo se traduce en una mayor protección para los conductores. Al establecer límites automáticos de velocidad, alertas de riesgo y controles de mantenimiento predictivo, las empresas no solo protegen sus activos, sino que también cuidan vidas humanas y contribuyen a la seguridad urbana.

En términos medioambientales, la gestión digital también marca una diferencia: el uso eficiente de rutas y la optimización del consumo de combustible reducen las emisiones de CO₂. En ciudades con altos niveles de congestión, como Santiago o Valparaíso, estas mejoras son esenciales para avanzar hacia una movilidad más responsable y sostenible.

Chile se encuentra en un punto de inflexión en materia de movilidad y gestión de flotas. Las motocicletas ya no son un recurso auxiliar, sino un componente central en la cadena logística de múltiples industrias. La diferencia entre las empresas que sobreviven y las que lideran estará determinada por su capacidad para incorporar tecnología, automatizar procesos y tomar decisiones basadas en datos.

La gestión inteligente de flotas no es solo una tendencia tecnológica, sino una estrategia empresarial. Permite anticipar riesgos, reducir costos, mejorar la reputación corporativa y cuidar la seguridad de quienes sostienen la operación: los conductores. En ese camino, Smart Report representa el aliado ideal para dar el salto hacia una operación más precisa, segura y eficiente, adaptada a la realidad chilena y preparada para los desafíos de la nueva movilidad.


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